La revolución de las redes sociales ha cambiado algunas pautas de conducta en las personas y formas para relacionarse con la sociedad. Hasta su aparición, nos relacionábamos de forma “presencial” con grupos cercanos como la familia, los amigos de colegio, la gente del barrio, etc. Estos grupos se caracterizan por tener reglas, jerarquías y límites. Las redes sociales permiten un nuevo tipo de sociedad menos limitada, flexible y más espacialmente dispersa. La cercanía física no es tan importante y se crean grupos o “tribus” espontáneamente o a través del marketing de algunas empresas en las que los miembros de éstos se sienten pertenecientes a algo. Por ejemplo, el mito Harley, el calentamiento global, el estilo punk, Harry Potter o la mujer actual.
Así, los miembros del grupo no están unidos porque estén cerca sino que cada uno elige a qué quiere pertenecer, y se atreve a participar, a ser activo, y a co-crear. Así, muchos autores han habado de la “Inteligencia Social”, que se caracteriza por ser colectiva, sociable, libre y creativa y en la que todos podemos ser más brillantes que cada uno. La inteligencia social puede reducir el conflicto, crear colaboración, sustituir la intolerancia con entendimiento, movilizar a la gente para cooperar y apuntar hacia objetivos comunes.
A pesar de que veo algunas desventajas en participar en algunas redes sociales, como por ejemplo la pérdida de una parte de la intimidad – o dificultad en la gestión de dicha intimidad- , creo que por otro lado permiten alcanzar un nuevo paradigma: los propios participantes, socios, consumidores o empleados crean los contenidos, se abren públicamente y expresan sus sentimientos, preferencias y formas de pensar. Ésto es un gran valor que las organizaciones deben aprovechar para conocer a sus clientes, saber sus necesidades y mejorar evolucionando junto a ellos.
No comments:
Post a Comment